Aún nos encontramos con tensos silencios al plantear a un directivo o gerente de una empresa, e incluso a un autónomo, la necesidad de trabajar en “modo transparente”. La inercia de lo aprendido nos lleva a tener miedo a la hora de mostrar nuestra gestión, nuestra identidad, el proceso de prestación de nuestros servicios o la composición de los productos que vendemos bajo nuestra marca. Pero el miedo a mostrar o a hablar es fácilmente percibido por los demás y nuestra falta de confianza en decir quienes somos, qué hacemos y qué buscamos causa desconfianza en nuestros interlocutores, clientes, votantes, colaboradores, socios, etc.
Si en la situación económica actual aparece como concepto clave la confianza, resulta vital comunicar de un modo lo más transparente posible. Para convencer al mercado y a las partes financieras con las cuales llevamos a cabo nuestro trabajo, es necesario reflejar una imagen no solo confiable, sino también auténtica.
Dar a conocer nuestros objetivos, los objetivos de la empresa y nuestro proceso para llegar hasta ellos es entonces clave para el éxito.
Porque, como dijo Albert Schweitzer:
“Es ley de vida que cuando se cierra una puerta se abre otra. Lo malo es que con frecuencia miramos con demasiado apego al pasado y añoramos la puerta cerrada con tanto afán que ignoramos la que se acaba de abrir”
Sostenibilidad: habilidad para conseguir longevidad en un entorno en constante flujo, caracterizado por sufrir continuas transformaciones que nadie puede prever.
(Alina Wheeler)
Como podemos comprobar a diario, estamos inmersos en un contexto mucho más grave y anterior que la crisis financiera, una crisis de valores y de identidad a varios niveles esenciales. Ahora resulta fácil diluirse en la primera, ahogarse en las demandas diarias (o carencias, en los peores casos) y olvidar nuestras razones y motivaciones, tanto profesionales (carrera personal) como de nuestros emprendimientos (opciones de negocio).
Parece vital más que nunca responder a preguntas básicas como ¿para qué?, ¿hacia dónde? y ¿qué aportamos? en el ámbito personal y también en el empresarial.
Un cálculo global de los impactos social y ecológico que evalúe todas nuestras actividades según parámetros de sostenibilidad y alcance medioambiental es hoy imprescindible para construir los pilares del balance económico a la hora de diseñar, poner en pie y mantener cualquier iniciativa, personal o empresarial.
Empezar o reorientar proyectos que ayuden y acompañen a las necesidades de las personas y el medio puede impulsar con fuerza cualquier emprendimiento (convivimos con muchos ejemplos que basan su éxito en estos pilares). No se trata ya de un mero esfuerzo de comunicación para justificar cuánto de ecológico son nuestros procesos o productos, se trata de acción real y productiva, de trabajar a favor de las necesidades acuciantes que traen los cambios en que vivimos.
Existen muchas posibilidades en este contexto y desde nuestra identidad podemos encontrarlas y potenciarlas. En palabras de A. Robinns: “La vida se genera en la danza entre nuestro más profundo deseo y nuestro mayor miedo”. La de nuestra empresa, también.
Corren ríos de tinta virtual cargados de consejos y sugerencias, planos para la búsqueda de la web perfecta pero dado el ritmo a que se generan y difunden cambios y actualizaciones de navegadores, algoritmos, programas y doctrinas podemos concluir que la perfección no existe. Aquí, tampoco…
Foto: Marcela Patiño
Nuestro sitio web es un punto de entrada para darnos a conocer. En los primeros segundos de visita tomamos la decisión de seguir leyendo, entrando en la casa virtual de alguien, o irnos. Así, ¿Debemos deducir que es suficiente un primer impacto para conseguir que nuestro visitante se quede y continúe atendiendo a lo que queremos mostrarle?
El problema es que la navegación por Internet se compone de (más o menos) infinitos primeros impactos por lo que si no encontramos algo que trascienda el primer impacto nos marchamos.
¿Qué puede ser? Intentemos aproximarnos:
Nuestra web está disponible y navegable, dispone de textos, fotos, colores, enlaces, formularios, logo, etc. El conjunto de todo ello debe hablar de nosotros y de nuestro objetivo. Con todo esto podemos decir que “estamos en Internet”. Buscamos cosas que están en Internet pero nos atraen y nos quedamos en los sitios donde sentimos una verdadera presencia, donde alguien o algo “es”.
La personalidad vertida en una web es algo que sentimos a través de la pantalla como la podemos sentir a través de la piel o del atuendo de alguien. Su personalidad, su carácter, su carisma es lo que nos atrae –o no– más allá de los logos o marcas que luzca en su ropa. Quizás tiene que ver con el estilo con que viste, se peina, habla y escucha, pero sobre todo con la manera propia en que la persona hace suyo ese estilo y lo completa.
Importa qué idea nos transmite, a qué referencias nos remite y qué sentimientos nos aviva nos llevan a escuchar y a identificarnos –o no– con su postura y a seguir relacionándonos.
Nunca un medio de comunicación tuvo a su alcance tantas herramientas a nuestra medida para representarnos y poder modular nuestra comunicación. Así, por encima de cualquier otra consideración estratégica o técnica, nuestra elección está entre “ser” y únicamente “estar”, en Internet.
Es un dicho conocido que una sonrisa vale mucho y no cuesta nada.
Pero ¿Por qué vale mucho una sonrisa?
Porque si sonreímos nos predisponemos a encarar la situación con positividad y nos facilita el contacto con quienes reciben nuestra sonrisa. Sentimos la sonrisa en la voz de alguien cuando nos habla por teléfono y su efecto dulcificador es el mismo. También distinguimos inmediatamente cuando la sonrisa es sólo una mueca forzada.
Si este sencillo gesto tiene tanto poder es porque percibimos señales seamos conscientes o no y estas señales condicionan nuestros pensamientos y acciones.
La sonrisa es un diseño que elegimos para nuestra cara cuando queremos conectar, que nos miren, nos escuchen y nos sonrían.
Los elementos “sonrientes” disponibles para conseguir lo mismo para nuestra empresa son: unos textos breves y claros, imágenes descriptivas de valores y temas relacionados con nuestro mensaje y un cuidado diseño que unifique todo en un semblante que nos identifique y nos represente con la más amplia sonrisa. Esto también vale muchísimo más de lo que cuesta y está al alcance de nuestra mano. 🙂