¿Puede ser previsible el verdadero valor de una experiencia?
Con un poco de práctica parece que podemos prever cuál será un contenido atractivo y que va a interesar a nuestros interlocutores, qué tenemos para enseñar y en qué tenemos experiencia útil para que los otros aprendan o disfruten.
También podemos creer que nuestro liderazgo se basa en nítidos valores y que nuestros «liderados» pueden compartirlos si los implicamos con un estilo creativo, propio y/o probado por otros.
Y no. O no siempre…
Este año los niños declararon que sabían que los reyes eran los padres, abuelos, etc. y para que siguieran participando con cierta ilusión les propuse que se convirtieran ellos también en reyes magos y regalaran algo al resto de la familia.
Funcionó: ganas y entusiasmo de compartir y para pensar qué puede gustar a los demás.
En medio de su pasión preparando regalos me miran muy serios al ver mi «método» de envoltura, más cerca de romper y arrugar papel que de cualquier otro, y me preguntan:
-Papá, a ti, a hacer esto, alguien te ayudaba ¿verdad?
-…
Su primera experiencia como «reyes magos» infantiles les ha enseñado a empatizar, a decidir y a administrarse un presupuesto más o menos prefijado pero creo que envolver regalos mejor que su padre ha sido estas fiestas el verdadero crecimiento vital para ellos y algo que recordarán más que cualquier regalo.
Todo empezó por una conversación en el coche. Su declaración de madurez como «usuarios» y una propuesta «creativa» por mi parte.
¿Existe algún interlocutor más receptivo y abierto que unos niños con su padre? ¿Podía alguien prever esto? Yo, no… :o)
Se rieron con ganas de mis esfuerzos por envolver y se reirán cuando lo recuerden como nos reímos con esos paquetes.
O no, qué sé yo…
Hoy una bonita botella de cristal con cierre tipo gaseosa se parte por la base cuando la abro. Contenía solo agua a temperatura ambiente. Se ha partido, sin ningún golpe, a las 2 semanas de uso.
Encontré varias en un chino y las compré por su precio, por su decoración y por su cierre de alambre y goma «vintage» (lo práctico no pasa de moda). Las vendía una tienda «de chinos» pero están fabricadas en Valencia, España…
Me hizo pensar: ¿Será que, por el aluvión de productos de baja calidad y el descenso general de la calidad de los servicios en todos los ámbitos caemos en la tentación o creemos tener coartada para bajar la calidad de nuestra producción, servicios y atención? ¿Será contagiosa esta desidia?
No sé la respuesta (quizás vosotros sí) pero sí sé algo que me importa, desde el punto de vista personal y profesional: Bajar la calidad de lo que hacemos baja la calidad del tiempo que invertimos, la de nuestro interés e implicación y, más pronto o más tarde, la confianza de nuestros clientes y colaboradores.
Y si bajamos la calidad de nuestro tiempo, bajamos nuestra calidad, de vida y de modo de vivirla. Entramos y contribuimos al saco de la mediocridad y el desinterés que, como la Nada en La Historia Interminable de Michel Ende, parece crecer y querer engullirlo todo. Planeta y especie incluidos.
Se me rompe una botella sin motivo. Quién sabe en qué parte del proceso de su producción está la causa. Quién sabe qué decisión contribuye a la fragilidad del producto y, por último, quién sabe cuánto interesa a este fabricante la satisfacción de sus clientes. Y debería conocerse todo esto ¿no os parece? Importa.
En todo caso no voy a usar botellas de plástico, en esa tienda no vuelvo a comprar botellas y estaré atento a los productos de este fabricante para no comprarlos más.
Prefiero seguir cuidando lo que consumo y lo que realizo con el mismo cuidado que mi familia, colaboradores y clientes me han merecido hasta hoy. Por cuidarme yo, también.
…»Comprender quién eres realmente es mucho más importante que perseguir aquello que »deberías ser». ¿Por qué? Porque si comprendes lo que eres, empieza un proceso de transformación espontáneo, mientras si tratas de convertirte en aquello que crees que deberías ser, no se produce ningún cambio, sino tan sólo una continuación de lo viejo con una apariencia diferente. » J.Krishnamurti
Cuando una persona o equipo pone en marcha una marca, sea personal o corporativa, parte de unos objetivos y una propuesta de valor, de empleo o comercial, que ofrecer al mercado. Para dar forma a cada propuesta y poder vender lo que hacemos, exploramos cómo lo hacen otros, sean competencia directa o no. Esta práctica (llamada en inglés Benchmarking) es muy recomendable ¿Cómo podemos tomar referencias si no, de cómo funciona el contexto en el que vamos a comunicarnos con nuestros clientes, sean estos empleadores, empresas o consumidores?
De cómo lo hacen los demás aprendemos su lenguaje, su estilo visual, sus ofertas concretas, quienes son sus clientes e interlocutores (muchas personas que conocen una marca son prescriptores o “enemigos” de ella sin ser necesariamente clientes. Por ejemplo, los blogs de comida sana versus marcas de refrescos con azúcar y de comida basura), qué ventajas ofrecen en sus experiencias (de marca o profesionales), de qué se componen sus productos u ofertas, etc.
Es imprescindible conocer en profundidad el contexto y el mercado pero un riesgo que a menudo corremos es querer imitar hasta tal punto los casos de éxito que nos inspiran, que acabamos perdiendo aquello que nos diferencia, lo que nos hace únicos, nuestra identidad propia.
Resulta inevitable imitar, e incluso copiar, rasgos y detalles convenientes, pero cuando lo hacemos demasiado nos difuminamos, en mayor o menor medida, en la estela de lo que imitamos.
Imitando a Groupon salió, entre otros, Groupalia, que además de copiar un modelo exitoso de negocio, imita el nombre con cierta intención de cosechar clientes despistados… ¿No era esa su intención? Puede ser pero… ¿Lo parece? La sombra del imitado oculta la identidad y la diferencia del imitador. Cuando existen…
A veces lo imitado es el nombre, otras el logotipo –como Didi, el competidor chino de Uber– o aun los mensajes clave con que definen sus servicios o productos.
El resultado siempre es el mismo: el cliente percibe falta de nitidez en lo qué se le ofrece, en quién lo ofrece y en cómo lo hace. ¿Cuántos logos casi idénticos conocéis para empresas del mismo sector o similares?
Usar lo conocido a favor, no en contra
La otra opción es, una vez conocidos el contexto, las ofertas de la competencia, los diferentes estilos, etc., trabajar en nuestra propia identidad, en qué y cómo hacemos las cosas, en qué nos gusta a nosotros (también somos activos consumidores y recomendamos lo que nos gusta), en qué aspectos somos sinceros (del mismo modo que las mentiras de un currículum se descubren en el desempeño posterior, ofrecer “atención al cliente” y terminar instalando un robot telefónico de respuesta interminable decepciona y te convierte –véase Movistar, pero también empresas más pequeñas– en ejemplo de empresa negligente y soberbia) y en cuales otros podemos no serlo: garantizar calidad y no cumplirla desacredita el producto y la imagen de marca cae, etc.
Un ejemplo actual de diferencia y calidad percibida es la ya famosa marca Cien de cosmética rediseñada por Lidl a partir del éxito de su crema antiedad Q10. Aunque la composición es similar a la de otras marcas, ni la presentación, ni el nombre ni el canal de venta ni el precio imitan a otros productos del sector. Es original, como lo son algunas de las marcas propias de Mercadona. Y sus clientes así lo valoran. ¿Habría previsto algún experto en marketing, apenas dos años atrás,que en el contexto de las grandes superficies podría nacer una nueva marca de cosmética y tener éxito? Parece poco probable. Unieron calidad y diferencia a bajo precio y lo consiguieron.
En el ámbito laboral, por ejemplo, conocemos el caso de una joven, en busca de su primer empleo, a la que los entrevistadores preguntan, en el proceso de selección de una multinacional, qué le atraería de trabajar en París. Nerviosa e insegura, responde que le gustan mucho los croissants. Su espontaneidad –junto a factores más específicos de su formación, pero no muy distintos a los ofrecidos por el resto de aspirantes– operan el milagro: los entrevistadores quedan seducidos y proceden a contratarla. ¿Habría cabido semejante respuesta en la planificación que ella tenía acerca de lo que “debería responder”, o cómo “debería ser”para aquella entrevista? Evidentemente, no. Ella contaba ese episodio como un desliz, un desastre. Fue la primera sorprendida cuando supo que la habían contratado y que su argumento improvisado había constituido uno de los factores determinantes en la decisión del tribunal.
Plantar, abonar y crecer
Definir lo que nos hace únicos nos ofrece una ruta mucho más clara y fácil de recorrer para mejorar. No es lo mismo pensar una estrategia en respuesta o imitación al plan –comunicativo o de ventas– de otro, que hacerlo en función de lo que somos y hemos construido nosotros mismos. Resulta más productivo, y también más fácil, relacionarnos –y convencer en una entrevista de empleo–a partir de lo que somos realmente que en función de lo que creemos que “deberíamos ser”, con el único objeto de “agradar” a jefes, compañeros o clientes. Y más sostenible a la larga. Madonna marca estilos y vende desde los años ochenta. Su clon siglo XXI, Lady Gaga, empieza a declinar a los 5 años de despegar. Y es el clon que, por estridente, ha tenido más impacto; por el camino quedaron muchas otras imitadoras que no tardaron en fundirse y desaparecer. En el mundo vertiginoso que vivimos, donde las referencias, estilos, personajes y propuestas se han multiplicado y marcan escuelas y tendencias cada vez más breves, quizás parezca más difícil y complicado el trabajo de explorar la propia personalidad (profesional o corporativa), buscar los puntos de referencia y ponerlos en valor, pero resultará más fácil y divertido que copiar y construir a la sombra de alguien/algo y, sobre todo, tú y tu mercado, clientes, empleadores, compañeros, colaboradores, etc. manejaréis ideas y estilos propios que podréis transformar juntos si en esas relaciones hay escucha. El proceso, así, se vuelve más estimulante y productivo. Y coherente, valor necesario en un contexto –laboral o comercial– donde la confianza es fundamental.
Un temor muy común con que nos topamos es el que plantea dudas acerca de si conseguiré mis objetivos mostrándome cómo soy; de si encajará mi propuesta en la demanda actual. A la hora de responder, nos parece útil recordar a Dalí y su sugerencia a nuevos artistas: “Aprended de los clásicos y no os empeñéis en ser modernos. Por desgracia, hagáis lo que hagáis, es lo único cosa que no podréis evitar ser.» Nuestra originalidad está en lo que ya somos. No necesitamos impostarla, solo regarla y abonarla para que crezca a partir de nuestra propia semilla, nuestro propio “clasicismo”. :o)
Manejamos con soltura el concepto “marca” y preferimos unas a otras pero ¿consideramos cómo puede servir a nuestra vida profesional crear nuestra propia marca?.
Es más vital que nunca, en un contexto laboral y económico revuelto, definir tu identidad, tus fortalezas, qué podemos ofrecer y quién puede necesitarnos.
Eso es nuestra marca, la tenemos queramos o no igual que comunicamos seamos conscientes o no.
Es nuestra decisión usarla para conseguir nuestros objetivos.
Una marca es, por orden de importancia y válido para personas, empresas u organizaciones:
Una descripción de nuestra personalidad
La percepción de nuestra identidad
Un reflejo de nuestras competencia
Una muestra de nuestra autenticidad
Un reflejo de nuestros valores y pasiones
La expresión de algo que es único
La comunicación constante de nuestras habilidades
Una promesa de valor
Una conexión emocional entre nosotros y nuestro entorno
Una forma de identificar nuestra identidad, producto o servicio con un compromiso de satisfacción y calidad
Una promesa consistente en el tiempo, lo promete su comunicación y es cumplida por su producto o servicio
Un nombre o símbolo que utilizamos para identificar productos o servicios (o personas) y diferenciarlos de otros
El conjunto de características y/o cualidades asociadas a esos nombres o símbolos de marca que puede incrementar o reducir el valor del producto o servicio
El conjunto de percepciones en la mente del consumidor asociadas a cada nombre, símbolo o relación con ellos
Un proveedor de conversaciones. Sin su aspecto social, una marca deja de existir.
Lo que los demás dicen de ti cuando no estás delante
La definición de confianza
Fuentes (además de nuestra propia experiencia :o) :
Quizás, como profesional o gestor de una organización te preguntes aún: ¿Cómo sé que mi inversión en comunicación va a ser rentable?. Tomarnos el trabajo de testar y dialogar con el cliente ¿Para qué nos va a servir? En la llamada era de las comunicación, aún escuchamos para replicar, cuando escuchamos…
Traemos aquí lo que dice al respecto Tom Peters porque estamos completamente de acuerdo con esta enumeración de las cualidades y ventajas para personas y organizaciones de ESCUCHAR.
No solo los mensajes estudiados para ser escuchados, también las entrelíneas, el lenguaje corporal, el deseo y las necesidades reales de nuestros interlocutores.
Para crear sinergia, para crear empatía, para confiar y trabajar juntos, para vender, para comprar…
ESCUCHAR, según Tom Peters
Escuchar es … la marca definitiva del respeto.
Escuchar es … el corazón y el alma del compromiso.
Escuchar es … el corazón y el alma de la bondad.
Escuchar es … el corazón y el alma de la consideración.
Escuchar es … la base de la verdadera colaboración.
Escuchar es … la base de la verdadera asociación.
Escuchar es … un deporte de equipo.
Escuchar es … una habilidad individual desarrollable. * (* Aunque las mujeres son mucho mejores que los hombres.)
Escuchar es … la base para la Comunidad.
Escuchar es … la base de empresas conjuntas que trabajan.
Escuchar es … la base de las Joint Ventures que crecen.
Escuchar es … el núcleo de los efectivos de la Comunicación Funcional* (* Cual es, a su vez Atributo # 1 de la
eficacia de la organización.)
Escuchar es … motor de ejecución superior.
Escuchar es … la clave para realizar la venta.
Escuchar es … la clave para mantener el negocio del cliente.
Escuchar es … Servicio.
Escuchar es … el motor del desarrollo de la red.
Escuchar es … el motor de mantenimiento de la red.
Escuchar es … el motor de la expansión de la red.
Escuchar es … «arma secreta» de las redes sociales.
Escuchar es … Aprendizaje.
Escuchar es … la condición sine qua non de la Renovación.
Escuchar es … la condición sine qua non de la Creatividad.
Escuchar es … la condición sine qua non de la Innovación.
Escuchar es … el núcleo de tomar diversas opiniones a bordo.
Escuchar es … Estrategia.
Escuchar es … Fuente # 1 de valor añadido.
Escuchar es … Factordiferenciador # 1.
Escuchar es … Rentable. * (* El «retorno de la inversión» de la escucha es más alta que la de cualquier otra actividad.)
Escuchar es … la piedra angular que sustenta un compromiso con la EXCELENCIA.
Tom Peters, buen escuchador y mejor conferenciante, acerca de los pequeños detalles:
Según los especialistas en educación, desde que nacemos percibimos a otras personas y, desde los seis meses nos percibimos a nosotros mismos (1). Formamos primero nuestra identidad (quiénes somos) y después nuestra auto-imagen (quién creemos que somos). A partir de ahí evoluciona la idea de quiénes somos y aprendemos interactuando con lo que nos rodea.
Nuestras acciones y nuestro aprendizaje avanzan a medida que encaramos etapas, desafíos y evaluaciones, propias y ajenas.
Quién no recuerda, por ejemplo, la ansiedad previa a aquel examen más que sus contenidos o cómo ganamos la confianza de aquel cliente o jefe que se nos resistía. Nuestra personalidad, estilo, carácter, preferencias, van evolucionando y dan forma a nuestro “currículum”, vivencial o corporativo que abre o cierra posibilidades de crecimiento hacia un lado u otro.
En los inicios quizás detectemos una fuerte vocación –“el elemento” en que nos encontramos a nosotros mismos, en la definición de Sir Ken Robinson (1bis)– con nitidez, podamos cabalgar sobre ella hacia nuestra pasión y desarrollar nuestra carrera con la mejor puntería de que disponemos. Puede que dudemos entre lo necesario y lo deseable y descubramos por el camino que nuestro destino se fragua desde la serendipia(2), como contaba Steve Jobs a los estudiantes de Stanford (3). Una posible tercera vía es que nos adaptemos a la tradición, profesional o gremial, de nuestros padres o entornos y continuemos su empresa o busquemos empleo, medios, salidas e incluso vocaciones, por contagio o empatía, en lo más cercano y conocido.
A partir de cualquiera de estos escenarios se han desarrollado personas y organizaciones que, por volumen de negocio, notoriedad profesional, hechos puntuales o descubrimientos, conocemos por tradición oral, por los medios o por sus biógrafos. ¿Os gusta leer biografías? Siempre se aprenden cosas ¿no?
¿Podríamos aprender de nosotros mismos igual que lo hacemos de otros?¿Sería productivo para organizaciones y profesionales verse a sí mismas con la mirada de su propio biógrafo?
¿Ofrecería más información que la de un asesor, publicitario, marketiniano o, incluso la mirada habitual que usamos para reunir nuestros propios datos, títulos y logros para escribir informes o currícula? Si así fuera, ¿qué necesitaríamos para llegar a vernos como lo haría nuestro biógrafo?
Es evidente que la distancia que el tiempo ofrece a un biógrafo está fuera de nuestro alcance. También su (presunta) objetividad pero, ¿no tenemos nosotros más nítida la experiencia de nuestras etapas y su correlación?
En otras palabras, ¿podemos analizar nuestro recorrido desde el punto de vista del aprendizaje de cada fase por la que pasamos, de cómo encaja o desencaja con la siguiente fase, de qué resultados ofrece, qué nos da y qué nos quita, cómo contribuye a nuestra identidad (siempre viva y mutante, aun sobre fuertes pilares)? Si consiguiéramos hacerlo ¿podríamos aprender mejor qué y qué no decidir para la siguiente fase de nuestra vida? Es evidente que, a partir de cierta edad (corporativa o vital), tenemos un dibujo más pormenorizado del mapa recorrido pero el desafío que aquí planteamos es adelantar esa visión para actuar con ella con toda la energía que el viaje pide en cada próxima estación. El tiempo, como describe S. Jobs, nos da esa perspectiva pero… ¿Cómo podemos tener esa visión de lo recorrido cuando no disponemos de la historia completa?
Contexto, realidad y aprendizaje
Vivimos un momento de enorme cambio estructural en el que la información es inmensa y muy compartida. Se dice que científico del siglo XVIII podía aprender y asimilar el conocimiento de la matemática desarrollada hasta su propio tiempo. Hoy, cualquier disciplina supera con creces lo que un solo hombre puede asimilar en toda su vida.
El desarrollo de cualquier ciencia y experiencia está, a la vez, a nuestro alcance más que nunca antes: la cultura objetiva es inmensa pero tenemos más acceso a ella y más opciones para desarrollar nuestra propia cultura subjetiva(4), y nuestra identidad puede enriquecerse con ella. ¿Podría ser este acceso lo que nos facilite el ángulo de visión mencionado sobre qué hemos aprendido y cómo usarlo? Una asertiva selección juega aquí un papel vital para no perdernos en la más que probable infoxicación (5).
Preguntas como ¿Qué aprendí cuando pasé por allí? ¿Dónde nos encontramos en este momento? ¿Qué objetivo me motivaba? ¿Y ahora? ¿Cuál quiero alcanzar? ¿Qué necesito para conseguirlo?, etc. Pueden enriquecer sus respuestas si encontramos conceptos clave a partir de los que elegir la experiencia (6) más productiva y herramientas para poder evaluar nuestra biografía y nutrirla, aprendiendo y ampliando nuestra área de influencia en el presente a partir de “abordar el aprendizaje y la renovación desde las cuatro partes de nuestra naturaleza: cuerpo, mente, corazón y espíritu. No podemos descuidar ninguna de estas partes si esperamos alcanzar el equilibrio y realizar grandes avances.” Stephen Covey (7)
Sabemos dónde localizar esas partes como personas pero:
¿Cuál es el “cuerpo” de una organización? Las personas que la componen. ¿Cuál es su “mente”? los líderes que la pilotan. ¿Su corazón? La visión que la mueve y cómo hace para llegar a ella. ¿Su espíritu? Los valores que la dan forma y la estrategia para ponerlos en acción.
Las empresas son también entes orgánicos y renuevan y desactivan su energía si se confían y no nutren constantemente cada una de sus partes. Todos conocemos ejemplos de decadencia y muerte de organizaciones por dejadez o exceso de confianza en “lo que ha funcionado hasta ahora”.
Si evaluamos lo aprendido con serenidad y autoanálisis podemos encontrar qué necesitamos en cada una de las partes para abrir posibilidades y convertir los errores en aprendizaje. Conectar así los puntos de aprendizaje, adaptarlo a los cambios que vivimos, reenfocarlo y alcanzar nuevos objetivos. Si añadimos a este proceso la intuición (8), la masa última con que el biógrafo amalgama y completa su historia, podemos potenciar nuestra energía y encontrar motivaciones que no veíamos antes. Así, nuestra capacidad y posibilidades de conectar, con nosotros mismos y con el entorno, pueden multiplicarse y aumenta nuestra capacidad de adaptación al cambio.
Se trata de nuestra biografía, la de nuestra vida y profesión; la experiencia de nuestra empresa u organización. Desde nuestros valores e identidad, podemos modelarla antes de mirar hacia atrás para escribir nuestras memorias.
Si alguien te llama “caórdico”, tranquilo, no es un insulto ni te está llamando enfermo porque tienes mala cara desde hace días.
Aunque, si no eres una organización difícilmente vas a poder recibir este calificativo. Si alguien llama caótica a tu organización quizás no sea tan malo.
¿Qué significa «caórdico»?
Caórdico viene del inglés «Chaordic» que es el resultado de la fusión «chaos + order». Estos términos tan antagónicos ¿pueden aparecer juntos? Parece que sí. De hecho, en la naturaleza el borde más fértil siempre se encuentra entre el caos y el orden. Para que nos entendamos, el “caord” viene a ser el equivalente actualizado de la “virtud” aristotélica.
El “caord” está en todas partes. Vivimos en él, lo tocamos cada día. Es lo primero que visualizamos al despertar.
En efecto, si la naturaleza es caórdica, ¿Por qué nos empeñamos tanto en organizarla? Quizás tenga que ver con nuestra educación: todo en el universo tiene un orden que mientras no lo entendamos, nos parecerá un caos. Aprendemos acerca de nuestro mundo (escribir, leer, cocinar, relacionarnos, tocar el violín…) ordenando y etiquetando signos, comportamientos, listas, relaciones, etc. en nuestra cabeza.
Esta simplificación tiene una gran ventaja: convierte el mundo en un lugar más sencillo y amigable (en apariencia) pero nos desconecta de su verdadera esencia. Un precio alto a pagar por entender la vida ¿no?
¿nos estaremos perdiendo algo? ¿algo que podríamos aprender de la organización natural para optimizar nuestra propia manera de organizarnos? Unas pistas:
Casi todo lo que debes saber acerca de las organizaciones caórdicas
– El poder reside en la periferia no en el centro (como en los sistemas centralizados).
– En ellas no se puede mandar, solo liderar. Las organizaciones caórdicas no mantienen hombres de paja ni poder absoluto.
– Existen para empoderar a todas las partes que las integran. Si no empodera no es caórdico y por tanto, tampoco natural.
– Son organicistas, abiertas y en constante cambio con los sistemas circundantes a través de complejas interacciones. Si es estático e inflexible y no es caórdico.
– Los derechos, responsabilidades y ganancias se distribuyen equitativamente. El capitalismo no es caórdico ni tampoco natural. El comunismo, tampoco.
Derechos y deberes en las organizaciones caórdicas
Como en todo sistema, los integrantes de las organizaciones caórdicas tienen derechos y deberes. Éstos difieren ampliamente de los derechos y deberes de los sistemas jerárquicos y tradicionales.
1. Las organizaciones caórdicas se mantienen en constante cambio y evolución. Por ello, sus miembros tienen el “derecho de saber” y la “obligación de dejar flluir”. El control y la penalización están fuera de su norma.
2. En la idea de cambio está implícita la idea de mejora. La naturaleza nunca cambia para dar un paso hacia atrás. Por tanto, los integrantes de las organizaciones caórdicas tienen el “derecho de innovar” y la “responsabilidad de cooperar” para que la innovación se convierta en evolución y mejora. De ahí al empoderamiento solo quedan unos pasos que dependen de la capacidad de responsabilizarse de cada persona. Quien más se responsabilice, empodere y ofrezca confianza a los demás surgirá como lider natural.
Esto nos lleva a una conclusión inmediata: las organizaciones caórdicas basan su éxito en el liderazgo, entendido como un servicio al sistema y no en el “management”, que deviene en control. El control inspira rebeldía para escapar a él, la rebeldía lleva a la desresponsabilidad y ésta al mal funcionamiento del sistema.
Management = Control vs. Liderazgo = Servicio.
«La naturaleza no busca soluciones perfectas sino las que funcionan».
Ejemplos de organizaciones caórdicas
Además de la naturaleza, el mundo está repleto de organizaciones caórdicas. Veamos las más significativas:
– Internet. Es el ejemplo de organización caórdica por excelencia. Descentralizado, posee unos estrictos protocolos de funcionamiento que sus partes han de aceptar para poder operar.
– Visa. Organización muy compleja, internacional, aunque no es controlada ni controlable por ningún miembro. No es democrática. Es una asociación de usuarios con protocolos estrictos que crea mucha libertad de comercio.
– El sistema nervioso y el cerebro (la tecnología más compleja del mundo conocido). Tampoco las neuronas son democráticas. Si quieres encontrar un ‘consenso’ (protocolo) entre todas las partes o células, incluiría algo así como «cada uno cumple su función o te matamos».
– El “coworking”. Ejemplo de colaboración de trabajo horizontal y descentralizada. Participativa y no necesariamente democrática.
¿Qué no es una organización caórdica? Y por tanto, contra natura…
– El modelo de empresa tradicional basado en una organización vertical que se fundamenta en la vigilancia y el control. En ellas, cada departamento son compartimentos estancos, incomunicados que a menudo pierden de vista el propósito del conjunto.
– El modelo educativo tradicional. A pesar de que nos encontramos en la era del conocimiento sigue siendo concebido para satisfacer las necesidades de la era industrial. El objetivo del sistema educativo puesto en marcha en la Revolución Industrial (que, adaptado, continúa hoy día vigente) fue “crear” mano de obra disciplinada con preparación técnica jerarquizada en distintos grados para servir –sin cuestionamiento- a las instituciones del Estado moderno, la mayoría de ellas verticales y burocráticas. Sin embargo, en la era de la información es pensamiento disruptivo y talento -y no mano de obra barata y disciplinada- lo que las organizaciones necesitan para dar respuesta a sus necesidades. Y en este contexto, las grandes ideas y el talento solo emergen cuando hay un amor por la profesión y pasión por lo que se hace. En otras palabras, las organizaciones crecen cuando posibilitan el crecimiento a las personas que trabajan en ellas.
¿A qué estamos esperando para inspirarnos en la naturaleza?
¿Por qué no ser naturales?
Seamos caórdicos, seamos naturales, creemos organizaciones sostenibles a caballo entre el orden y el caos. Participémos en la creación de sistemas abiertos en los que las personas que forman parte de ellos puedan ser artífices de su cambio y perfeccionamiento. Espacios horizontales con un denominador común: el bienestar de sus miembros. Una buena dosis de “caords” a tiempo bien podría prevenir muchas dolencias del corazón en las organizaciones actuales.
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BIBLIOGRAFÍA
• Inteligencia Colectiva (Jean Francoise Noubel) – un mapa de las características de grupos inteligentes y auto-organizados
• El trabajo de Stephen Covey, los 7 Hábitos especialmente
• Las 4 etapas de evolución de comunidades de Scott Peck (un mapa de la sucesión natural de grupos hacia comunidades).
Un impresionante y muy inspirador trabajo: construcción y deconstrucción caórdica sobre la cathédrale de Lille Notre-Dame de la Treille a cargo de COSMO AV
Es sabido que podemos ser responsables de lo que decimos pero no de lo que nos interpretan los demás pero: ¿Realmente nos interesa qué escuchan o interpretan los demás? ¿Somos plenamente responsables de lo que decimos? ¿Verificamos lo que nos escuchan y lo que escuchamos? ¿Qué podríamos hacer para mejorar nuestra comunicación?
Este artículo de José Carlos Vicente Díaz ofrece ejemplos de algunos casos con cuantiosas pérdidas motivadas por errores (a veces incluso en pequeños matices) en la comunicación y algunas pistas para corregir y alinear nuestros mensajes y nuestra escucha con la de nuestros interlocutores.
Saludos a tod@s y que os resulte interesante :o)
Photo credit: Anita Kunz
El debate ya viene de lejos pero en Barcelona estos días se habla y decide la cuestión de si proteger desde la Administración (Ayuntamiento y/o Generalidad) los comercios tradicionales que van desapareciendo de la ciudad y, con ellos, el color local y buena parte de la identidad de una ciudad con mucha tradición comercial y mucho color en sus calles. En Madrid ni se plantea el debate. Las grandes superficies han acabado con el negocio de muchas de las tiendas de barrio y simplemente cierran, dejando calles llenas de locales vacios cuyo proceso de degradación alcanza a la estética de todo el barrio, a la vida activa y a la comunicación entre vecinos.
Los centros comerciales sirven para pasear, comprar y curiosear cosas y personas pero como lugar de convivencia parecen reducir su función a la cita puntual para cenar o ir al cine. La interacción entre personas se reduce en estos espacios.
Amazón, con su hiperoferta generalista y rompeprecios amenaza, ayudado por el descenso del consumo y el aumento de uso de tecnologías de compra, con ser opción preferente para búsqueda y compra. El paseo será por sus páginas y catálogos. La conversación, con su web. EL comercio, centralizado en un monopolio. ¿Nos conformaremos con eso o comerciar es algo más que vender y adquirir productos?
Este artículo se extiende sobre Amazon y los centros comerciales:
La tesis del pensamiento disruptivo propone desarrollar opciones (de negocio, de presentación, etc.) a partir del torrente de ideas que producimos sin parar y desechamos. Como explica Luke Williams en sus conferencias, quien no asume en su profesión o negocio retos y acciones que supongan cambios de perspectiva –de pensamiento convertible en acción– no obtiene aprendizaje y la empresa que no arriesga en verdadera innovación, la de pensar diferente, no sobrevive.
El pensamiento disruptivo, en cinco pasos:
1- Declaración intencionadamente irracional
2- Hipótesis disruptiva
3- Buscar una oportunidad factible
3- Convertirla en una idea
4- Dar forma a la idea para que sea una solución práctica
5- Proponer la idea y ponerla en marcha con un plan de acción
En un entorno como el actual esto nos parece creativo, divertido, retador pero sobre todo, necesario. ¿A vosotros no?
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